Lo peor de todo es que yo soy consciente de que soy un idiota, y ya eso debería bastar para acostumbrarme a pensar las cosas dos o tres veces antes de hacerlas.
Bueno, la de hoy fue la manera más estúpida de matar las plantas de una huerta casera del mundo.
Para los que no saben, desde que arrancó la primavera, estoy haciendo una hermosa huertita casera con mucho amor. Planté albahaca, choclo, morrones (pa' que dije? ahora van a querer saber donde vivo pa' robarme), tomates cherry, zanahorias, lechugas, sandías, zapallos, perejil y más cosas necesarias para hacer un alto guiso bien sabroso.
Pues bien, hoy tenía día libre, así que aproveché toda la mañana y tarde para trasplantar las plantitas que ya habían germinado.
Hasta ahora venía bárbaro, utilizando mi antigua Jarra Eléctrica (QEPD) para regar las plantas, pero ya que las había transplantado (es trans, o tras? No quisiera ponerme a discriminar a las plantas, así que que ellas decidan que quieren ser), para no ahogar a las pobre plantitas echándole agua a lo bruto, se me ocurrió conseguir un pulverizador.
Cualquier persona de bien, hubiera ido al supermercado más cercano y hubiera comprado un pulverizador hermoso para dicha tarea; pero yo, como buen pelagato disfrazado de reciclador y ecologista que soy, decidí conseguir uno por mis propios medios.
Buenazo! Aprovechando que mi vieja no estaba en casa, fui a la cocina y busqué entre las decenas de productos de limpiezas cual era el Cif o limpiavidrios o lo que fuera que tuviera ese hermoso gatillo que tira agua de manera mágica y que no contuviera mucho producto, para evitar puteadas posteriores de parte de mi progenitora.
Encontré uno REE VACÍO que NO TENÍA NADA (escribo esto por las dudas que mi mami esté leyendo, te quiero mucho mamita querida!) y me pongo a lavarlo y enjuagarlo a fondo mientras miro Intrusos.
Hasta ahí todo bien, queda super limpito mi nuevo pulverizador, voy, apago la tele, me cuelgo observando una manzana en la cocina mientras pienso en alguna estupidez que no viene al caso, agarro el pulverizador y me voy contentazo para mi huertita casera a darle de beber a las plantas que transplanté recientemente.
Arranco a meterle agua a troche y moche "chiff, chiff, chiff, chiff" mientras chiflo una canción de Carlos Gardel para musicalizar la actividad.
Una vez que estoy casi terminando de humedecer las plantitas comienzo a sentir un extraño olor cloro.
Lejos de parar y ponerme a pensar, sigo humedeciendo las albahacas recién transplantadas o trasplantadas entre chiflidos desestresados y sonidos de pulverizador.
Una vez que finalizo, agudizo la vista y veo un líquido un poco blanco... Me parece algo raro para el agua, que se supone debería ser transparente; entonces comienzo a semi-pensar...
Me llevo el gatillo del pulverizador a la nariz, en un acto suicida casi inconciente y me doy cuenta de que no tiene no-olor a agua. Entonces, como buen tarado que soy, me espulvorizo la mano y me llevo también la mano hacia la nariz.
Confirmo que no es agua. Me seco la mano en el pantalón inconcientemente. Me doy cuenta de la cagada que me mandé. Puteo.
Agarro el pulverizador, lo miro y me doy cuenta que es bastante diferente del que había estado lavando mientras miraba Intrusos en la cocina. Puteo de nuevo.
Voy corriendo a la cocina y me doy cuenta que había dejado MI pulverizador con agua al lado de las manzanas. Puteo una vez más.
Vuelvo resignado hacia mi huertita, pensando que quizás la agricultura no sea lo mio y antes de entrar a casa y tirarme a llorar en la cama, llego a la conclusión filosófica con la que arranqué esta triste historia "Lo peor de todo es que yo soy consciente de que soy un idiota, y ya eso debería bastar para acostumbrarme a pensar las cosas dos o tres veces antes de hacerlas."
Bueno, la de hoy fue la manera más estúpida de matar las plantas de una huerta casera del mundo.
Para los que no saben, desde que arrancó la primavera, estoy haciendo una hermosa huertita casera con mucho amor. Planté albahaca, choclo, morrones (pa' que dije? ahora van a querer saber donde vivo pa' robarme), tomates cherry, zanahorias, lechugas, sandías, zapallos, perejil y más cosas necesarias para hacer un alto guiso bien sabroso.
Pues bien, hoy tenía día libre, así que aproveché toda la mañana y tarde para trasplantar las plantitas que ya habían germinado.
Hasta ahora venía bárbaro, utilizando mi antigua Jarra Eléctrica (QEPD) para regar las plantas, pero ya que las había transplantado (es trans, o tras? No quisiera ponerme a discriminar a las plantas, así que que ellas decidan que quieren ser), para no ahogar a las pobre plantitas echándole agua a lo bruto, se me ocurrió conseguir un pulverizador.
Cualquier persona de bien, hubiera ido al supermercado más cercano y hubiera comprado un pulverizador hermoso para dicha tarea; pero yo, como buen pelagato disfrazado de reciclador y ecologista que soy, decidí conseguir uno por mis propios medios.
Buenazo! Aprovechando que mi vieja no estaba en casa, fui a la cocina y busqué entre las decenas de productos de limpiezas cual era el Cif o limpiavidrios o lo que fuera que tuviera ese hermoso gatillo que tira agua de manera mágica y que no contuviera mucho producto, para evitar puteadas posteriores de parte de mi progenitora.
Encontré uno REE VACÍO que NO TENÍA NADA (escribo esto por las dudas que mi mami esté leyendo, te quiero mucho mamita querida!) y me pongo a lavarlo y enjuagarlo a fondo mientras miro Intrusos.
Hasta ahí todo bien, queda super limpito mi nuevo pulverizador, voy, apago la tele, me cuelgo observando una manzana en la cocina mientras pienso en alguna estupidez que no viene al caso, agarro el pulverizador y me voy contentazo para mi huertita casera a darle de beber a las plantas que transplanté recientemente.
Arranco a meterle agua a troche y moche "chiff, chiff, chiff, chiff" mientras chiflo una canción de Carlos Gardel para musicalizar la actividad.
Una vez que estoy casi terminando de humedecer las plantitas comienzo a sentir un extraño olor cloro.
Lejos de parar y ponerme a pensar, sigo humedeciendo las albahacas recién transplantadas o trasplantadas entre chiflidos desestresados y sonidos de pulverizador.
Una vez que finalizo, agudizo la vista y veo un líquido un poco blanco... Me parece algo raro para el agua, que se supone debería ser transparente; entonces comienzo a semi-pensar...
Me llevo el gatillo del pulverizador a la nariz, en un acto suicida casi inconciente y me doy cuenta de que no tiene no-olor a agua. Entonces, como buen tarado que soy, me espulvorizo la mano y me llevo también la mano hacia la nariz.
Confirmo que no es agua. Me seco la mano en el pantalón inconcientemente. Me doy cuenta de la cagada que me mandé. Puteo.
Agarro el pulverizador, lo miro y me doy cuenta que es bastante diferente del que había estado lavando mientras miraba Intrusos en la cocina. Puteo de nuevo.
Voy corriendo a la cocina y me doy cuenta que había dejado MI pulverizador con agua al lado de las manzanas. Puteo una vez más.
Vuelvo resignado hacia mi huertita, pensando que quizás la agricultura no sea lo mio y antes de entrar a casa y tirarme a llorar en la cama, llego a la conclusión filosófica con la que arranqué esta triste historia "Lo peor de todo es que yo soy consciente de que soy un idiota, y ya eso debería bastar para acostumbrarme a pensar las cosas dos o tres veces antes de hacerlas."