Cuando tenía 6 años quería ser astronauta. O sino, indio Charrúa. Medio que siempre fui de irme a los extremos, pero entre esas perspectivas de vida que tenía, estaba el sueño de irme al espacio.
Lamentablemente, en el país que nací, se me hacía más fácil la segunda opción, por obvias razones. Sin embargo, pese a no haber podido lograr ninguno de mis planes principales (ni los que fui agregando posteriormente), siempre fui muy afín con esas personas que se juegan la vida para ir a otro planeta a hacer quién sabe qué cosa.
Toda esta introducción es solo una excusa para contar porqué me la pasé toda la mañana pensando y diseñando en mi cabeza un traje de astronauta perfecto que elimine los gases de los astronautas.
Porque ta, los ingenieros posta y re salados se pasan horas pensando en cómo va a despegar el cohete, cómo alunizar, cómo respirar... Cosas grosas, importantes. Pero, ¿alguien se puso a pensar seriamente qué sucede cuando un astronauta se raja el orto de un pedo adentro de ese traje? Yo sí. Toda la mañana tirado en la cama pensando en eso. ¿Cómo se echan gases los astronautas? No pude volverme a dormir.
Imaginé qué hubiera pasado si Uruguay fuera un país avanzado en la materia y mis padres en vez de decirme "No vas a llegar a nada, pedazo de burro", me hubieran dicho "Tú puedes llegar adonde quieras, con mucha fortuna y mucha fe en Dios" y en vez de sacrificar a una pobre perra como Laika, hubieran aprovechado a mandar a un idiota humano y hubiera pasado el casting.
Y entonces, luego de muchos entrenamientos con sesiones de media hora con gravedad cero y probando un prototipo de nave y la mar en coche (o el espacio en cohete) llega el gran día.
Llegás y antes de subirte te sacan el termo, el mate y el paquete de yerba.
-Houston, ¿porqué nadie me dijo que no podía llevar el mate de viaje? La puta madre los dolores de cabeza que me van a dar... Suerte que me vine tomando mate en el bus desde Maldonado....
Arranca el cohete, ta, toda la parte técnica que ni idea cómo es y tampoco es lo importante.
Mientras voy a toda velocidad para arriba ya arranca la vejiga a explotarme del último mate que me tomé... Pero tengo que esperar a salir de la zona de turbulencia 2 horas después para poder recién ir al baño que pensaron los investigadores y que consta de símil-water con tapa y un agujero a medida para hacer el uno y un símil-water con bolsitas ziplock para hacer el dos.
Descargo finalmente el pichicito, tiro la cadena, miro por la ventanilla y admiro románticamente el cloro flotando por la eternidad del espacio infinito... Toda mi vida esperé por este momento... Pero rápidamente un pensamiento me atormenta y llamo a Tierra.
-Houston, I have a problem.
-Dale boludo, hablá en español que acá nadie entiende inglés.
-Creo que no tranqué con llaves la puerta. Mándame a alguien a casa que se fije, porfa.
Listo. Ahora simplemente a disfrutar de la gloria eterna de ser el segundo uruguayo en la luna, después de Morcillo López.
Alunizo, doy un pequeño salto para un canguro, pero un gran salto para alguien con piernas cortas. Clavo la sombrilla, instalo la reposera y me siento a mirar a la nada y pensar en el todo, con aires de superioridad, con el pecho inflado por haber llegado más lejos que todos mis amigos del liceo. Literal.
Pero entre tanto éxito ya se hace presente la melancolía, recordar a los seres queridos a miles de kilómetros, recordar la familia, las risas, las comidas, el último almuerzo ese mediodía en la casa de la abuela, con su inconfundible guiso de porot... PRRRRRRRR
-Houston, atendé rápido que tengo un problema.
-Otra vez este hincha pelotas, ¿qué te olvidaste ahora? Dale, apurá que estamos en la media.
-Me rajé de un pedo, ¿cómo hago para sacar este olor a mierda del traje? ¿Hay algún botón o algo?
-Pah, la verdad que no creo... No sé si pensamos en eso, dejame chequear el manual de instrucciones a ver si hay algún método...
-Dale Houston que me estoy asfixiando...
PRRRRR, ahí va otro, el guiso de porotos fermentó.
-Manga derecha, en el antebrazo, eso que parece un control remoto del cable con pila de botones al pedo... Fijate un botón marrón, tocalo ahí a ver qué onda.
Se abre automáticamente una compuerta entre las nalgas. El frío espacial me congela hasta las pelotas, pero por lo menos ya no hay olor a pedo adentro del traje.
Gracias a Dios, un ingeniero estudió 10 años de una carrera complicada de verdad y no fue en vano. Este ser inteligente pensó en todos los escenarios posibles para que todo saliera perfecto, para que no hubieran errores. Y por suerte, era humano. Y por suerte, también se cagaba a pedos.