Alquilo doberman o pitbull por la noche de Halloween, cuanti más malo sea el bicho, más mejor (es para evitar que los niños me vengan a manguear caramelos, si quieren caramelos que vayan a laburar, manga de vagos; seguro están cobrando un plan social del FA y yo que tengo casi todos mis impuestos al día se los estoy pagando todavía! Invádenos Bolsonaro, renuncia Bonomi, no se aguanta más este comunismo desmedido!).
Pero más allá de la queja, debe haber lucha en las calles, por eso les regalo este tip o consejo, de cómo trollear a los niños en Halloween: toma algunas cebollas, píntalas de rojo y caramelizalas como si fueran manzanas caramelizadas. Regálasela a los rompepelotas que vengan a tocar el timbre de tu casa. Acércate a la ventana para ver sus caras de sorpresa y asco, seguido de vómitos. Grítales "Ah no querías dulce o truco? Mirá de quien te burlastes wacho de mierda, no vuelvas nunca más por acá, la próxima va bala, te re cabió gurí rompe pelotas!". Acuéstate a dormir dulcemente con la algarabía del deber cumplido. De nada.
En fin, nada, ya que estamos en Halloween y la mayoría de la gente que se disfrace para la ocasión probablemente se disfrace de La Monja (no juegan los que se disfracen de La Casa de Papel, no es serio eso chicos, es Halloween, no un atraco al Banco de la República), por la película pedorra de terror, les regalo un chiste sobre una monja. Ta?
Un soldado corre desesperado hacia una monja y ya sin aliento le dice:
— Por favor, ¿puedo esconderme debajo de su hábito. Le explico luego.
La monja acepta y un minuto más tarde dos policías militares corriendo le preguntan:
— Hermana, ¿ha visto un soldado por aquí?
La monja les dice:
-Iba para allá…
Después de que los policías se hubieron marchado el soldado sale de debajo del hábito y le dice:
—No sé cómo agradecerle hermana. ¿Sabe? Yo no quiero ir a Iraq.
La monja le responde:
— Te entiendo perfectamente.
El soldado agrega:
— Espero no parecerle rudo hermana, pero usted tiene un maravilloso par de piernas debajo de ese hábito. Y la monja le responde:
— Si hubieras visto un poco más arriba habrías visto un par de hermosos huevos… Yo tampoco quiero ir a Iraq.
Pero más allá de la queja, debe haber lucha en las calles, por eso les regalo este tip o consejo, de cómo trollear a los niños en Halloween: toma algunas cebollas, píntalas de rojo y caramelizalas como si fueran manzanas caramelizadas. Regálasela a los rompepelotas que vengan a tocar el timbre de tu casa. Acércate a la ventana para ver sus caras de sorpresa y asco, seguido de vómitos. Grítales "Ah no querías dulce o truco? Mirá de quien te burlastes wacho de mierda, no vuelvas nunca más por acá, la próxima va bala, te re cabió gurí rompe pelotas!". Acuéstate a dormir dulcemente con la algarabía del deber cumplido. De nada.
En fin, nada, ya que estamos en Halloween y la mayoría de la gente que se disfrace para la ocasión probablemente se disfrace de La Monja (no juegan los que se disfracen de La Casa de Papel, no es serio eso chicos, es Halloween, no un atraco al Banco de la República), por la película pedorra de terror, les regalo un chiste sobre una monja. Ta?
Chiste monja y soldado
Un soldado corre desesperado hacia una monja y ya sin aliento le dice:
— Por favor, ¿puedo esconderme debajo de su hábito. Le explico luego.
La monja acepta y un minuto más tarde dos policías militares corriendo le preguntan:
— Hermana, ¿ha visto un soldado por aquí?
La monja les dice:
-Iba para allá…
Después de que los policías se hubieron marchado el soldado sale de debajo del hábito y le dice:
—No sé cómo agradecerle hermana. ¿Sabe? Yo no quiero ir a Iraq.
La monja le responde:
— Te entiendo perfectamente.
El soldado agrega:
— Espero no parecerle rudo hermana, pero usted tiene un maravilloso par de piernas debajo de ese hábito. Y la monja le responde:
— Si hubieras visto un poco más arriba habrías visto un par de hermosos huevos… Yo tampoco quiero ir a Iraq.