Dejemos de romantizar las suculentas. Dejemos de romantizar tambiƩn las frases que empiezan con "dejemos de romantizar", que son una chotada, pero antes, aflojemosle al amor por las suculentas que tanto mal nos ha hecho como sociedad.
Para bien o para mal, he nacido y he crecido en una vieja normalidad donde todo era igual a una plantita: "El amor es como una plantita, hay que regarla siempre, sino se muere", "La amistad es como una plantita, si no la riegas, se muere", y asĆ puedo seguir "El cerebro es como una plantita...", "El cuerpo es como una plantita...", "El trabajo es como una plantita...", "Tu hermana es como una flor..."; creo que en la Ćŗltima se me confundieron las metĆ”foras, pero se entendiĆ³ el punto. Todo era una plantita y todo que habĆa que regarlo, sino se te morĆa. El mundo tenĆa sentido.
Ahora a los 30 aƱos (no, no me estoy sacando aƱos, es que conocĆ a las suculentas hace no mucho mĆ”s de 1000 dĆas), me encuentro con que no toda planta hay que regarla, porque algunas si las regĆ”s demasiado les da ansiedad y se te mueren.
Entonces ahora si me preguntĆ”s "¿QuĆ© harĆas si pudieras volver el tiempo atrĆ”s?", te respondo: "IrĆa al pasado, a cada ocasiĆ³n en que me dijeron que algo era como una plantita y le regalarĆa una suculenta a ese pichĆ©n de hije de pute" y se lo dirĆa asĆ, en lenguaje inclusivo cosa que no entenderĆa un sorete.
Que manera odiar a esas plantas insulsas. Yo sĆ© que el odio es malo y que estĆ” mal odiar a un ser vivo, y que aunque no parezca, las suculentas son un ser vivo; pero estas plantas inĆŗtiles -porque ni siquiera sirven para comerselas o para curarte las hemorroides haciendo una infusiĆ³n siguiendo una receta que viste en un blog de dudosa credibilidad- han irrumpido en la sociedad para romper con todos los valores positivos que tenĆamos.
DespuĆ©s le echan la culpa a Bad Bunny, pero seguro que Bad Bunny se criĆ³ con una madre que era loca de las suculentas y por eso hace esas canciones de mierda donde habla de no engancharse con nadie, de no demostrar amor, de tener una noche de pasiĆ³n y nada mĆ”s. Nada de regar demasiado.
Reflexionemos por un segundo sobre cĆ³mo estamos actuando amorĆsticamente hablando. Somo la generaciĆ³n del amor suculento. No tenemos ni un detalle para con nuestras parejas (¿Nuestras? ¿Parejas? Ya estoy flasheando que tengo un romance... No chicas, tranqui, sigo siendo un suculento salvaje), no regamos la "plantita" del amor por miedo a sofocar al otre.
¿Y de quiĆ©n es la culpa de que actuemos asĆ? ¿De una sociedad capitalista individualista que abre grietas entre nosotros? ¿De los poderosos que controlan el mundo y que quieren una sociedad dividida y mĆ”s fĆ”cil de manipular? ¿De las secuelas de horas y horas frente a las pantallas y a las redes sociales que nos estupidizan? ¡No! La culpa es de las suculentas.
Y asĆ como les dĆ el ejemplo del cantante que naciĆ³ en una casa de suculentas, tenemos el ejemplo contrario al otro extremo: Arjona, que se criĆ³ en una huerta alimentĆ”ndose a base de albahaca, la planta mĆ”s difĆcil de hacer sobrevivir. Casi tan difĆcil como criar a un niƱo. De hecho, antes de ser padres/madres, el estado deberĆa poner a prueba la capacidad de los futuros progenitores dĆ”ndole a cuidar una albahaca. Si logra que no se le muera hasta que el crĆo nazca, estĆ”n capacitados para ser padres; si se les muere en el interĆn, se le expropia el bebĆ© y se lo crĆa hasta una edad en la que pueda subsistir por sĆ mismo... A eso de los 35 aƱos se le devuelve a los padres.
Volviendo a Arjona, les decĆa entonces que Ricardo es loco por echarle amor a todo lo que ve y te hace una canciĆ³n amando a una seƱora de 40 aƱos, amando la menstruaciĆ³n femenina, amando los hongos, amando a la mujer que vio en un taxi, amando, amando y amando. Amor, amor y mĆ”s amor... ¿A quiĆ©n les suena? Por supuesto, al otro enfermo de las plantas que necesitan ser regadas en abundancia, el diputado Vega del PERI.
A los hechos me remito. Amamos cĆ³mo cuidamos a las plantas. El que se crĆa entre suculentas es un sorete que no le importa los sentimientos del otro y solo quiere sexo salvaje. El que es capaz de hacer sobrevivir a una albahaca, es pesado y meloso que da miedo, casi tan psicĆ³pata como Camilo que te despierta a las 6 de la maƱana con una serenata de ukelele.
FijĆ”te el amor que querĆ©s recibir, y la prĆ³xima vez, en vez de preguntarle por Tinder al que te dio match "¿QuĆ© hobbies tenĆ©s?", preguntĆ”le "¿QuĆ© planta tenĆ©s". Si es de las suculentas, tenĆ©s un chongo; si es de las albahacas tenĆ©s a al posible amor de tu vida; si es de la marihuana, pedĆle un cogollo y convida.