Esta madrugada me desperté pensando en lo similares que somos como especie al mosquito que tanto decimos odiar.
Corrían las 5 de la mañana, los primeros rayos de luz se asomaban por la ventana, el gallo ya estaba carraspeando su garganta para arrancar a kikirikear, y un hijoeputa mosquito gorronea zumbaba desesperadamente cerca de mi oreja.
Le tiré un manotazo con mucho viento para que corriera en otra dirección, pero a los dos segundos, me estaba comiendo la oreja nuevamente.
Otro manotazo, con más viento para volarlo hacia otro lado, pero el sorete del mosquito volvió con más ruido y más insistencia.
Cuando lo sentí realmente cerca, hice el ataque kamikazee, que consiste en darse la cachetada más fuerte posible en la cara, para aplastar al mosquito contra el ya-bastante-hecho-percha rostro de uno mismo... Como todas las veces que hago este golpe, solo logro despabilarme, ir al espejo a controlar que no esté sangrando y agarrar el Fly para convertir mi habitación en una trampa mortal donde solo sobrevivirá el más fuerte. En esta parte sí, siempre vengo ganando. Debo estar envenenado hasta los huevos de respirar tanto OFF (como influencer exitoso que soy, estoy promocionando varias marcas), pero aún no me he morido... Sino no podría estar escribiendo esto... Hechos, no palabras.
Cuestión que finalmente me vuelvo a acostar con la consciencia tranquila de haber asesinado a mi enemigo y me pongo a pensar... ¿Somos los hombres tan distintos del mosquito? ¿O en algún punto nos parecemos más de lo que quisieramos? ¿Puede el cerebro de un mosquito, 155758 veces más pequeño que el del ser humano generar comportamientos similares en ambas especies?
Pongo este ejemplo... 5 de la mañana, el bicho feo se acerca a una víctima, desesperado por clavarla y saciar su apetito animal, la víctima intenta sacárselo de arriba dándose vuelta; el bicho vuelve a comerle la oreja, la víctima se da vuelta nuevamente hacia el otro lado, se esconde para evadirlo; bicho-feo continúa rompiendo las pelotas hasta que la víctima le hecha fly o bien manda al patovica a que saque del baile al borracho que no deja de cargársela de pesado.
Lo dejo a vuestra reflexión...
No, mejor no, porque sé que están pensando en política y no tienen tiempo para reflexionar sobre estas parábolas tan suculentas; les dejo la moraleja ya hecha : Si se maman, no sean mosquitos desesperados. Si son mosquitos, piquen lejos de la oreja. Hagamos de este mundo un mundo mejor, hombres ebrios y mosquitos.
PD: Tampoco entiendo porqué el mosquito esperó hasta último momento a picarme... ¿Qué tenía esperanzas de que a las 3 de la mañana viniera una mina a acostarse conmigo para comerse algo mejor que yo? No mosquito, comé lo que hay o acostate sin cena-desayunar, no esperes a que se termine la noche para elegir; por fino te moriste, te re cabió, yo no soy segundo plato de nadie.
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