Resulta que ayer en el baile me encuentro con una cara femenina conocida; nos quedamos mirando por algunos segundos y nos damos cuenta casi simultáneamente de que fuimos al liceo juntos. Ex amigos (sin derecho a roce, porque en ese entonces yo era un pendejo lleno de granos que levantaba menos que... Bue, ya les conté que no se me da mucho lo de terminar las metáforas, no? La cuestión es que en ese entonces no me rozaba ni el viento) y ex compañeros de clase.
Nos saludamos con mucho cariño, abrazo y triple frotada en la espalda incluido, y comenzamos a hablar con esas típicas sonrisa de boludos en la cara, esas que te salen cuando ves de cerca un chimpancé haciendo algo cómico o cuando ves nevar en Uruguay, o cuando encontrás un Pikachu en el Pokemon Go. Todas esas cosas que nunca me pasaron, pero seguramente me harían sonreír de manera estúpida.
Sonrisa de boludo va, sonrisa de boluda viene, mi ex compañera me cuenta que estaba con varios ex compañeros, festejando "los 30" de otra ex compañera de clase; valgan las redundancias socialistas de "compañeros".
En ese entonces me cae la ficha. Los 30.
Me cambia la cara a modo "Creo que vi un fantasma"y me quedo pensando... La puta madre se me vienen los 30!
Seguimos hablando un poco más, y enseguida me pregunta "Y? Estas casado? Tenés hijos?"
Me río. Me queda mirando fijamente esperando una respuesta. No es joda. Es una pregunta seria.
El silencio del diálogo es rellenado por El Lolo y La Majo cantando "Somos tú y yo" (gracias Lolo, gracias Majo).
Le respondo que no, sin saber bien como seguir con la conversación.
Se suponía que ya debería tener hijos y estar casado? Chequeo rápidamente en mi base de datos cerebral, todo lo que sé de los amigos de mi edad que me van quedando.
Definitivamente sí, ya debería aunque sea, como mínimo estar en pareja desde hace varios años.
Soy uno de los pocos sobrevivientes de mi generación que no vendió el rico patrimonio de su libertad por el bajo precio de procrear.
Me quedo pensando en como seguir la conversación, que ya se había tornado sumamente incómoda.
Me dan ganas de preguntarle si estaba jugando al Pokémon Go o si seguía escuchando música rara como en el liceo, pero en seguida me doy cuenta de que no iba por ahí la mano.
Intento desesperadamente evitar entrar en el terreno de las preguntas de carácter profesional, en las cuales ella seguramente me diría que tenía una carrera exitosa de quien sabe que cosa, y yo solo podría intentar igualar su éxito respondiendo que tengo unos 30 Pokemones diferentes capturados en una semana, un blog donde escribo chotadas que nadie lee y un canal de Youtube donde hago videos chotos como si tuviera 16 años.
Tampoco pretendo indagar sobre su probablemente dulce vida amorosa; quizás ya estaría casada y tendría hijos que están aprendiendo a leer y escribir; y yo que sólo cuento con la compañía de un calientacamas para zafar el invierno, y todavía no puedo enseñarle a mi perra que no haga pozos en el patio.
Todos esos pensamientos en mi cabeza, se convierten en segundos y luego en minutos. Para cuando se me ocurre una pregunta coherente, la típica de "Y los tuyos?" levanto la mirada y ella ya no está.
Me quedo con el vaso de Fernet en la mano, con una angustia terrible. Me siento como los EE.UU. en plena crisis del '29.
Entonces hago lo que mejor sé hacer. Fondo blanco. Saco el celular. Abro el Pokémon Go. Me fijo que no hayan aparecido Pokemones en el baile. Me meto el smartphone en el bolsillo. Me hago el boludo, dejo el vaso vacío tirado en la pista. Me voy bailando, haciendo el pasito del robot hacia la barra a pedir otro Fernando. Y mientras tanto pienso: "Ya era, el año que viene maduro".
Nos saludamos con mucho cariño, abrazo y triple frotada en la espalda incluido, y comenzamos a hablar con esas típicas sonrisa de boludos en la cara, esas que te salen cuando ves de cerca un chimpancé haciendo algo cómico o cuando ves nevar en Uruguay, o cuando encontrás un Pikachu en el Pokemon Go. Todas esas cosas que nunca me pasaron, pero seguramente me harían sonreír de manera estúpida.
Sonrisa de boludo va, sonrisa de boluda viene, mi ex compañera me cuenta que estaba con varios ex compañeros, festejando "los 30" de otra ex compañera de clase; valgan las redundancias socialistas de "compañeros".
En ese entonces me cae la ficha. Los 30.
Me cambia la cara a modo "Creo que vi un fantasma"y me quedo pensando... La puta madre se me vienen los 30!
Seguimos hablando un poco más, y enseguida me pregunta "Y? Estas casado? Tenés hijos?"
Me río. Me queda mirando fijamente esperando una respuesta. No es joda. Es una pregunta seria.
El silencio del diálogo es rellenado por El Lolo y La Majo cantando "Somos tú y yo" (gracias Lolo, gracias Majo).
Le respondo que no, sin saber bien como seguir con la conversación.
Se suponía que ya debería tener hijos y estar casado? Chequeo rápidamente en mi base de datos cerebral, todo lo que sé de los amigos de mi edad que me van quedando.
Definitivamente sí, ya debería aunque sea, como mínimo estar en pareja desde hace varios años.
Soy uno de los pocos sobrevivientes de mi generación que no vendió el rico patrimonio de su libertad por el bajo precio de procrear.
Me quedo pensando en como seguir la conversación, que ya se había tornado sumamente incómoda.
Me dan ganas de preguntarle si estaba jugando al Pokémon Go o si seguía escuchando música rara como en el liceo, pero en seguida me doy cuenta de que no iba por ahí la mano.
Intento desesperadamente evitar entrar en el terreno de las preguntas de carácter profesional, en las cuales ella seguramente me diría que tenía una carrera exitosa de quien sabe que cosa, y yo solo podría intentar igualar su éxito respondiendo que tengo unos 30 Pokemones diferentes capturados en una semana, un blog donde escribo chotadas que nadie lee y un canal de Youtube donde hago videos chotos como si tuviera 16 años.
Tampoco pretendo indagar sobre su probablemente dulce vida amorosa; quizás ya estaría casada y tendría hijos que están aprendiendo a leer y escribir; y yo que sólo cuento con la compañía de un calientacamas para zafar el invierno, y todavía no puedo enseñarle a mi perra que no haga pozos en el patio.
Todos esos pensamientos en mi cabeza, se convierten en segundos y luego en minutos. Para cuando se me ocurre una pregunta coherente, la típica de "Y los tuyos?" levanto la mirada y ella ya no está.
Me quedo con el vaso de Fernet en la mano, con una angustia terrible. Me siento como los EE.UU. en plena crisis del '29.
Entonces hago lo que mejor sé hacer. Fondo blanco. Saco el celular. Abro el Pokémon Go. Me fijo que no hayan aparecido Pokemones en el baile. Me meto el smartphone en el bolsillo. Me hago el boludo, dejo el vaso vacío tirado en la pista. Me voy bailando, haciendo el pasito del robot hacia la barra a pedir otro Fernando. Y mientras tanto pienso: "Ya era, el año que viene maduro".