Obviamente el mercado de la luz y el gas en España tiene un funcionamiento
muy similar pero, en el fondo, funcionan de forma muy diferente.
Veamos algunas de las diferencias y similitudes que existen entre los dos
mercados energéticos más grandes.
Mercado libre vs mercado regulado
Tanto el mercado eléctrico
como el mercado del gas natural “sufrieron” una liberalización que produjo la
división entre un mercado regulado, controlado por el Gobierno, y un mercado
libre, donde los precios lo fijan las diferentes compañías a partir del precio
de venta de la luz o el gas natural.
Pese a que la ley para
liberalizar el mercado del gas se redactó en 1998, no fue hasta 2008 cuando
entró en vigor. En esta ley no sólo se separó el mercado libre del regulado,
también se hizo la división entre comercializadora y distribuidora, y se dictaminó
que la distribución general, el mantenimiento del sistema técnico de conductos
y la acumulación de gas natural se separaba, también, de las distribuidoras y
sería llevada a cabo por Enagás.
En el mercado eléctrico
sucedió lo mismo, pero un poco antes, en 2007. Sin embargo, las distribuidoras
se encargan de muchos más aspectos y Red Eléctrica Española es más un
controlador.
Distribuidora y comercializadora
Como hemos visto, tras la
liberalización de ambos mercados, se produjo una diferenciación entre
distribuidora y comercializadora. En ambos casos, la distribuidora se encarga
de distribuir y controlar sistemas de distribución, acciones técnicas o
lecturas de contadores.
Por otro lado, la
comercializadora se encarga de los contratos de luz y gas y de facturar a los diferentes clientes. Estas
compañías pueden encontrarse en el mercado regulado y se denominan de último
recurso. En estos caso, el precio viene fijado por una subasta que controla el
Estado y es el mismo para todas. Por otro lado, la comercializadora del mercado
libre fijan sus propios precios por lo que deberemos comparar cuál nos ofrece
las mejores condiciones para nuestro caso.
Precio y costes
Es el aspecto en el que más
se diferencian ambos mercados. Por un lado, el precio de la luz puede sufrir
cambios (obligatorios) cada trimestre en el mercado libre. En el mercado
regulado, el precio varía cada hora y es fijo para todas las compañías.
En el caso del gas, el
precio varía cada seis meses, por las subastas mundiales y nacionales de gas.
En la factura de luz y gas
pagamos por dos aspectos que podríamos decir que son generales: la
disponibilidad y el consumo. Además de una serie de impuestos (eléctrico y de
hidrocarburos) que son más o menos iguales. Además, el IVA es igual para ambos.
Aunque el contador es más caro en el caso del gas.
La disponibilidad es la
posibilidad que tenemos de suministro y tenemos que pagar por ello (no sólo al
dar de alta la luz o el gas). En el gas la disponibilidad depende del tipo de
tarifa (3.2 ó 3.2), en la luz, depende de la potencia. Por ende, en el gas sólo
pagaremos, como mucho, por la tarifa 3.2 que nos permite un mayor consumo anual
(Además, en esa tarifa el consumo es más económico, lo que compensa el tipo de
tarifa). En el caso de la luz, hay muchas más potencias por lo que hab´ra
muchos gastos diferentes (Cuanto menos potencia, menos pagamos). Así, podemos
concluir que la disponibilidad del gas es menor que la luz.
Pero no terminan ahí las
diferencias en costes. El coste del consumo de gas natural es mucho mejor que
el de la luz. En una vivienda normal (una tarifa 3.1 y 4,6
kW de potencia), el consumo del gas puede llegar a ser un tercio de la luz. Veamos
cuánto pagaríamos en cada factura con el mismo consumo, 100 kWh en un mes:
●
Electricidad: Pagaríamos una
factura de unos 36 euros.
●
Gas natural: Pagaríamos una
factura de unos 11 euros.
Como se puede observar, el gas es mucho más
económico que la luz.