jueves, abril 18, 2019

Devuelvanme las bolsas de plástico

Triste porque en Semana Santa / Semana de turismo no te fuiste a ningún lado y te quedaste como un pámpano en tu casa? Más triste es ir a la verdurería (no me vengan con que se escribe con "L" porque venden verduras, no verdulas, si la Real Madrid Academia se equivoca, yo soy un ser crítico y no pienso pensar como otros piensan) con aires de superioridad moral, con la chismosa verde que dice bien grande "YO NO CONTAMINO EL MEDIO AMBIENTE" en una mano, con una pulsera hecha de pasto reciclado y anillos de coco libre de sufrimiento de palmeras en la otra mano, con la remera de Green Peace, con un short de baño con motivos de flores hawaianas, con las sandalias hechas de un material biodegradable que no es agresivo con el pasto cuando lo pisas, jediendo fuerte a Poett Lavanda, el único perfumador hecho con flores de la naturaleza natural... Y luego de llenar el bolso reutilizable con alimentos naturales y sanos; luego de rechazar el ofrecimiento de bolsas de nylon de la cajera con un "no, gracias, yo no contamino" y una guiñada de winner-eco-friendly, tomar la chismosa por el asa, ver cómo se comienza a romper y a desintegrar como el final de "The Avengers Infinity War", intentar desesperadamente hacer una envoltura que solamente a Chuck Norris le podría haber salido bien, rendirse, lanzar un "¡ME CAGO EN EL PLANETA Y EN LOS OCÉANOS CONTAMINADOS!" a los gritos, mirar a la cajera desencajado, rojo como el tomate que se te está cayendo al piso, con lágrimas en los ojos y decirle "Sabés qué? Vendéme tres bolsitas de esas blancas super contamintantes sí, por favor..." y terminar pagando 12 pesos de propina en el peor día de tu vida. Eso es tristeza. Devuelvanme las bolsas de plástico.

Devuelvanme las bolsas de plástico

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